La capacidad de aprender a aceptar.

La capacidad de aprender a aceptar.

Cuando aprendemos a aceptar lo que hay, algo en nosotros deja de resistirse y de luchar contra la vida. Esta es una de las puertas de salida para dejar de sufrir. En este aprendizaje podemos permitirnos la Rendición, como una buena manera de emprender el camino, pero no como un fracaso, sino como el dejar fluir la vida.

El hecho de la aceptación nos ayuda a encontrar cierta paz ante aquellas circunstancias de la vida que no podemos controlar, que son, prácticamente todas.

En estos tiempos se nos recuerda mucho el hecho de la aceptación.
Es como si necesitáramos recordarnos los unos a los otros que nos hemos “despistado” por el camino y que, en este olvido, hemos dejado de lado ciertas actitudes y valores relacionados con el arte del vivir.

 No podemos controlarlo “todo”. Hay cosas en la vida que siguen siendo Misterio y escapan a la razón y al control.

Aunque la capacidad de aceptar lo inevitable es uno de los valores fundamentales en el ser humano.

En una sociedad en la que se percibe como fracaso aquello que no sale según los planes preestablecidos, no nos viene nada mal recordar que hay algo más grande que nuestro pequeño ego. 

No es mal camino, el de aprender a aflojar un poco el control sobre los asuntos de la vida, abriéndonos al mismo tiempo a la Confianza, calmando la mente y abriendo el corazón. Al final, sabemos que el río de la vida acaba por trazar su propio cauce…

Puede que sea fácil confundir aceptación con resignación, aunque nada tiene que ver lo uno con lo otro.

La aceptación nos recuerda que podemos aprender a fluir con la vida, a reconocer lo que hay en el instante presente. No reconocerlo nos lleva al sufrimiento, ya que la resistencia nos lleva a exigirnos a nosotros mismos, que las cosas sean distintas de lo que son.

Aceptar no es, resignarse. Tampoco significa renunciar a cambiar las cosas: podemos acoger la vida tal y como se presenta y a realizar la acción que prefiramos, a partir de este momento comienza a aparecer en el camino todo lo que necesitas.

La aceptación nos dice que podemos desaprender la ruta de la lucha y de la huida. Podemos aprender a permanecer en la vida, viviendo el presente y aprendiendo de èl.

Puede convertirse en un verdadero infierno el pretender cambiar las situaciones, las circunstancias, creyendo que así serás más feliz.
La actitud de aceptación y rendición, hacer lo que sintamos que se tiene que hacer (o que queremos hacer), nos hace libres de sufrimiento.
Se trata, de sintonizar con lo que hay ahora tal y como es.
 
La aceptación consiste en ir aprendiendo del día a día, poco a poco, con constancia. Hay que aflojar y abrirse a lo que tenemos ante nosotros, abandonar la lucha. Al dejar de luchar con las cosas tal y como son, descubrimos en nosotros una mayor energía para sanar y transformar lo que se ha hecho consciente, podemos cocrear.

Desde la aceptación, se abren nuevos caminos de comprensión profunda. Al entrenarnos en el aceptar, estamos en realidad diciendo «sí» a una vida que no está anclada en el miedo, el resentimiento o la ira, todas las emociones que nos hacen sufrir. Puedes enfadarte con la vida, si, o puedes aprender a vivir tu vida con mayor serenidad y sencillez. La sencillez va con todo.

Sufrimos cuando nos creemos un pensamiento que está en desacuerdo con lo que es. 
Cuando la mente está perfectamente clara, lo que es, es lo que queremos.
 

 

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